viernes, 12 de febrero de 2010

FRAGMENTOS – XCIV

FRAGMENTOS – XCIV


El sol se está atenuando, sus rayos ya no lastiman, si bien son muy fuertes, creo que los podría comparar a cómo eran antes de los sismos. Ayer me encontré con dos familias que iban en una gran casa rodante auto portante y que escuchaban la radio todo el tiempo, me dijeron que los sismos han seguido y que en Oceanía y parte de Asia hay tsunamis y la gente abandona las orillas del mar. También me hablaron de erupciones en muchos volcanes, pero todavía nada serio en América del Sur. Seguramente, el océano Pacífico será el más propenso a traer maremotos y los Andes sufrirán movimientos telúricos, tal vez los volcanes de Chile den qué hablar.

Cuando el sol no está en lo alto, me animo a quitarme el casco y parte de las ropas, es reconfortante sentirlo como una caricia y no como un soplete de acetileno que quiere abrirse paso hacia mis entrañas. Los animales escaparon rápidamente de las ciudades, y hasta en el campo era infrecuente verlos, pero ahora, tímidamente, empieza a hacerse ver. Ayer me crucé con varias liebres y hasta vi un par de zorros colorados entrando a un bosque. Tal vez, de alguna manera, las cosas se están equilibrando. Siempre pienso en las profecías, en todo lo que decían de este apocalipsis y del rol de Argentina, como refugio de la humanidad. Puede ser que por ello, tengamos un período de paz y podamos darnos tiempo de reconstruir nuestras ciudades y salvar a lo que queda del pueblo.

Cuando uno ve a las hordas de asesinos, saquear pueblos y matar a los peregrinos, se hace difícil pensar que esto mejorará, que tendremos tiempo y espacio para recuperar la civilidad y podremos volver armónicamente en sociedad. Pero de nada vale no pensarlo, no desearlo, no trabajar para que ello sea posible. De otra manera nada tendrá sentido.

El planeta se ha sacudido de forma tal de desprenderse de cientos de miles o millones de personas, pero los que queden deberán vivir en un mundo diferente, armónico con la Tierra, sino volverá a sacudirse la parte enferma de la humanidad una y otra vez, hasta curarse del virus en que nos convertimos para ella.

Imagino una nueva sociedad creada a través del respeto mutuo, la cooperación y el cuidado del planeta, y serán nuestros nietos los que lo logren, en nosotros sólo cabe la tarea de darles las herramientas para que puedan llevarlo a cabo y protegerlos para que no cometan los mismos errores que hemos hecho y que han hecho las generaciones pasadas.

Las industrias han desaparecido, no ha red eléctrica que las alimente y muy poco de las cosas positivas que han hecho podrán volver a fabricarse, por lo menos en el corto plazo. Pero hay mucha chatarra, mucha basura tecnológica que podemos reutilizar.

Lo primero será lograr cultivar nuestros alimentos, luego vendrá todo lo demás.

Otros tres zorros cruzan la ruta como a cien metros delante de mí, creo que la esperanza va con ellos, que como ellos deberemos volver a confiar en nuestros instintos y preservarnos del mal. Y ese mal, o la mayor parte de él, somos nosotros.

Tal vez, este soñando o solamente viviendo una pesadilla, pero no logro despertarme. Seguiré en pie, caminando hacia mi refugio, con la fe de las batallas imposibles.

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